Las manos

Sé que quizá esté siendo muy obvio en todo lo que escribo por aquí, pero hay cosas que me siguen sorprendiendo a pesar de estar tan claras.
Hoy quiero hablaros de nuestra mejor herramienta, las manos.

 Las manos de un fisioterapeuta son su bien más preciado y es con lo que realizamos la mayor parte de nuestro trabajo… O, al menos, eso pensaba yo hasta ahora.

 

Es verdad que la mayoría de fisios seguimos realizando terapia manual, pero últimamente he dado con compañeros que no tocan, la moda del “HandsOFF”. Se han convertido en meros intermediarios entre el paciente y la máquina. No contentos con esto, resulta que, en la valoración del paciente, no existe la palpación. Se guían de informes médicos y pruebas diagnósticas y basan su terapia sólo en eso. A ver, yo soy “fan, fan, fan” de los informes médicos y del diagnóstico por imagen (de analíticas y demás pruebas ando muy pez), pero no por eso voy a pasar por alto mi valoración, y mucho menos, voy a pasar de la palpación. Qué menos que un poco de curiosidad profesional para saber cómo se encuentra la zona afectada, como evoluciona o si hay algo que no aparece en los informes.

Creo que todos hemos tenido algún paciente que nos ha dicho una frase tipo: “He ido al médico y no me ha hecho ni caso. Ni me ha tocado”. Como sanitarios sabemos que son raras excepciones los médicos que “no hacen caso”, alguno habrá que ande un poco cansado de su trabajo, saturado o que tenga “un mal día”, como en cualquier profesión, pero son los menos. El problema viene por la segunda parte de la frase “Ni me ha tocado”. Mucha gente identifica el no tocar con no hacer caso. Una de nuestras mejores bazas a la hora de realizar una valoración es la palpación… ¿Qué somos entonces si ni siquiera palpamos? ¿Qué “caso” les estamos haciendo a nuestros pacientes? No por hacer esto se es mal fisio, pero si hay que tener siempre en cuenta al paciente, debemos ver sus necesidades, y una de ellas es que se le haga un “chequeo” minucioso, que se explore correctamente y eso le dará seguridad a la hora de ser tratado.

Diréis entonces, que puede ser un placebo… ¿Y? ¿Qué hay de malo en eso? Yo no vendo la palpación, la observación y la anamnesis como método curativo, sólo lo vendo como una parte importante a la hora de iniciar el tratamiento. Si eso hace que el paciente se sienta mejor, me parece perfecto.
Además, ese tipo de pacientes, normalmente vienen después de haber pasado por otros profesionales sanitarios que no han sabido dar respuesta a sus preguntas, que “no les han hecho caso” o que, como ya comenté que dicen “ni les han tocado”. El tener esa actitud con ellos de interesarse por sus problemas, tocarles, escucharles, observarles atentamente mientras hablan, va a hacer que adquieran mayor confianza con el terapeuta, mostrando, probablemente, una mayor adhesión al tratamiento y una mejor actitud hacia el mismo, siendo este factor imprescindible para la recuperación y rehabilitación.

Así que, resumiendo, simplemente con poner una mano encima estamos dando confianza al paciente, estamos demostrando que vamos a intentar ver qué causa el dolor y la mejor forma de tratarlo. En un mundo y una época tan despersonalizada como la que nos ha tocado vivir, ya no nos tocamos, y el ser humano necesita del contacto, más aún, si tiene alguna dolencia. ¡Qué bien nos viene ese abrazo de un amigo cuando estamos tristes! ¡Qué buenas las caricias de mamá cuando nos caíamos de pequeños! Olvidemos por un momento tanto formalismo.

Un fisioterapeuta TIENE que TOCAR.

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